En América Latina la pandemia es una enfermedad del pueblo

Fernando Carrión Mena y Paulina Cepeda
Ricercatori del Dipartimento di Studi Politici, FLACSO - Ecuador

    1. La itinerancia de la pandemia

El título y contenido de este artículo se explica alrededor del significado de la palabra “pandemia” el cual es un término compuesto, donde el prefijo pan hace referencia a todos/as y el sufijo demia procede etimológicamente del griego para significar pueblo; esto es, a todo el pueblo.

El coronavirus ha tenido una lógica doblemente itinerante: por un lado, desde la perspectiva territorial se tiene un caminar de continente en continente, de país en país y de ciudad en ciudad. Así tenemos: de Asia a Europa, América, Oceanía y África. De China a Italia, España, Estados Unidos, Brasil y Sudáfrica. Pero también de Wuhan, Seúl, Milán, Madrid, Nueva York, Sao Paulo, Guayaquil y Santiago.

Claramente todos los cinco continentes se han contagiado, así como 190 de los 193 países reconocidos por la ONU. En cambio, un grupo de las ciudades más grandes se han convertido en los verdaderos epicentros de la irradiación del COVID-19, lo cual nos lleva a afirmar que con el coronavirus se vive una inédita pandemia global. ¿Por qué las urbes se han convertido en los focos de irradiación del contagio del coronavirus? Principalmente, porque es una enfermedad que se transmite de persona a persona y esto es particularmente más acentuado en territorios donde hay mayor densidad de interacción social; esto es, las ciudades. Por eso se puede considerar al coronavirus como una enfermedad urbana.

Por otro lado, y para que ello ocurra, existe un itinerario proveniente de la dinámica social que está relacionada con las fases del contagio: la primaria, por importación, porque llega en avión del exterior y afecta principalmente a los sectores medios y altos de la población. Y después la terciaria, por la inoculación comunitaria del virus, que produce dos efectos: un cambio en el contenido social del infectado porque ahora se dirige mayoritariamente hacia los sectores populares y una transformación de la vulnerabilidad originalmente focalizada en los grupos etarios de mayor edad hacia los estratos populares.

A América Latina la pandemia llega después del caso cero ocurrido en Wuhan, proveniente de los centros urbanos más grandes de Europa y Asia, a donde la población de ingresos medios y altos había viajado por negocios, estudios, migración o turismo. Estos sectores sociales son los transmisores del virus a la región considerada más desigual, más urbanizada y más violenta del mundo (F. Carrión, La política en la violencia y lo político en la seguridad, Ed. IDRC-FLACSO, Quito 2017), con efectos incalculables. Por eso, al llegar a sus países de origen desde los lugares de contagio, se localizaron en las zonas donde residían en las ciudades latinoamericanas, a partir de las cuales, poco a poco y a través de la locomoción colectiva, se irradió hacia otros lados para generalizarse por las urbes, masificarse socialmente y afectar de forma desigual a la población, tanto en contagio como letalidad.

En otras palabras, hubo un trayecto del contagio desde de la fase importada (llegada del exterior y en avión) hacia la comunitaria (entre ciudadanos y en transporte colectivo). Este hecho condujo a un cambio sustancial de la vulnerabilidad ante la enfermedad, en un doble sentido: por un lado, pasó de los sectores medios y altos de la población a los de ingresos más bajos y, por otro lado, de los grupos etarios de mayor edad hacia los sectores populares, evidenciando el peligro para los territorios donde habitan los pobres de América Latina. La pandemia, como su significado lo indica, se hizo inmediatamente popular.

   2. La pandemia llega a América Latina

El 25 de febrero del presente año se detectó el primer caso de una persona contagiada del COVID-19 en América Latina, siendo la ciudad de Sao Paulo en Brasil el primer lugar de ubicación, así como el primer fallecimiento ocurrió el 28 de febrero en Buenos Aires, Argentina, las dos urbes más grandes de sus respectivos países. Desde este momento se expandió por la región de forma incontenible: Brasil ha pasado de los 50 mil contagiados, Ecuador y Perú con más 22 mil, México sobre los 12 mil, Chile de los 13 mil y Argentina menos de 4 mil, entre otros países. Y lo más preocupante: la región tiene una tasa de letalidad bastante más alta que Asia y los Estados Unidos.

¿Cómo explicar el alto contagio y letalidad en América Latina? El contagio tan alto se puede justificar por la condiciones y características de la desigualdad del desarrollo urbano de nuestras ciudades: la Cepal considera que más del 25% de la población que vive en las urbes de esta región habita en condiciones deplorables; su inserción en el mercado de empleo es principalmente bajo la lógica de la informalidad (según la Organización Internacional del Trabajo el promedio del desempleo en América Latina se acerca aceleradamente al 10%); y las infraestructuras tienen baja capacidad de servir a un importante segmento de la población. Por ello, las problemáticas sociales existentes en los territorios se incrementan, lo cual hace difícil que estos sectores lleven a cabo las políticas sanitarias, con lo cual son doblemente afectados: tienen un nivel alto de contagio y tienden a ser estigmatizados por los medios de comunicación como delincuentes, indisciplinados e incluso anti sociales.

    3. Las políticas: el dilema entre la economía y la salud

En términos de enfrentar el coronavirus en América Latina se pueden observar algunos lineamientos que muestran marcadas diferencias entre países, sobre todo en la relación política sanitaria/política económica. Para el efecto, si se toma en cuenta a las tres naciones más grandes de la región y a una de las más pequeñas, se pueden observar las principales líneas de acción en materia de política pública, que se vienen aplicando en la región.

Lo primero que se debe decir tiene relación con la falta de sintonía a la hora de aplicar políticas entre los distintos niveles de gobierno; siendo conflictiva en los países federales entre el gobierno federal y los gobernadores estatales –como principalmente es el caso de Brasil- y en los países unitarios directamente entre los gobiernos nacionales con los gobiernos locales, como ocurre en Ecuador y Colombia con las alcaldesas de Guayaquil o de Bogotá.

En segundo lugar, se puede hacer una clasificación de las políticas por países alrededor de la importancia asignada a la acción sanitaria en contraposición al sostenimiento de la economía nacional. En esa perspectiva se tienen dos grupos de países. Por un lado, están los países que dilataron las políticas sanitarias en función de supuestamente preservar los mercados nacionales. Aquí están Brasil y México –países federales- que le pusieron énfasis en la economía, pero bajo dos enfoques diferentes, aunque con resultados similares.

  • En Brasil el presidente Jair Bolsonaro no creyó necesario el confinamiento sanitario para no detener el crecimiento más moderno de la economía nacional, lo cual condujo a importantes conflictos con gobernadores, alcaldes e incluso dentro de su propio gabinete con los ministros de salud y de justicia, quienes fueron obligados a dimitir. Esto le ha llevado a convertirse en el país con el más alto contagio y letalidad de la región.
  • México se demoró en tomar medidas sanitarias porque el presidente Andrés Manuel López Obrador pretendió sostener la economía social y solidaria, que se encuentra anclada en la existencia de 52 millones de trabajadores informales. El costo le está resultando alto en términos de salud, principalmente en su letalidad, que le ha convertido en el segundo país de la región con mayor cantidad de fallecidos por Covid-19.

Por otro lado, están los países que tomaron las políticas sanitarias de forma más rápida, pero que debido a sus condiciones sociales y políticas, los resultados han sido diametralmente distintos. Se trata de Ecuador – país unitario – y Argentina, de estructura federal.

  • Ecuador, con el presidente Lenin Moreno a la cabeza, ha tenido una política muy errática que va desde la diversidad de voceros, la falta de claridad en el mensaje de las medidas de confinamiento y un sistema de salud con dos grandes problemas estructurales: i) baja sustancial del presupuesto de salud (de 2017 a 2018 de 34% y de 2018 a 2019 de 36%), y ii) una estructura sanitaria débil y sin recursos, compuesta por actores múltiples e inconexos (43.8% de los contagios es personal de salud). Adicionalmente, la ciudad de Guayaquil se convirtió en el foco de la pandemia, siendo un centro urbano inmanejable por los niveles de informalidad laboral y residencial.
  • En Argentina el presidente Alberto Fernández en el poder con alrededor de un año en funciones, se encontró con un país con una crisis económica muy fuerte, con tasas superiores al 40% de informalidad y un 94% de población viviendo en ciudades. Sin embargo ha prestado más atención a lo sanitario que a lo económico, con resultados hasta ahora positivos: una tasa de 0.71% de contagios y una letalidad de 4%.

En síntesis: los liderazgos políticos, la dinámica multinivel de las políticas públicas, la desigualdad espacial de las sociedades urbanas y los énfasis puestos en las variables de la ecuación economía/salud, han permitido que ciertos países ganen tiempo ante la pandemia y otros entren en crisis anticipadas; lo cual ha generado para ciertos gobiernos nacionales la pérdida de legitimidad política en algunos territorios, donde el rol de los gobiernos del nivel intermedio y de los gobiernos locales han tomado relevancia.

4. Los “shocks urbanos” en América Latina

Dentro de las ciencias médicas se tiene posicionado el concepto de shock, anglicismo que ha sido asumido por otras diciplinas como, por ejemplo, desde en la economía (shock económico) y ahora, en este caso, por el urbanismo. Shock se entiende como una afección que puede llegar incluso a la muerte del organismo (U.S. Department of Health and Human Services), que es lo que ocurre en situaciones extremas con las ciudades, para lo cual se ha desarrollado el concepto complementario de urbicidio (Urbicidi o la produció de l´oblit, en: Mascarrel, Purificació, Memória de la destrucció, Xativa, España 2019).

Cuando una ciudad se ve sumida por una afectación violenta e intensa y que presenta una conmoción en su sistema sin una reacción positiva para contrarrestarla, se propone el termino de shock urbano. ¿Qué es un shock urbano? En la historia de las ciudades se presentan recurrentemente y de forma súbita varias problemáticas que provienen de distintas vertientes, como pueden ser los eventos naturales: terremotos, erupciones, tsunamis, inundaciones, incendios; y los eventos antrópicos: contaminación, cambio climático, estallidos sociales y pandemias como el caso del Covid-19.

Estos shocks urbanos producen conmociones que paralizan las urbes, colapsan la economía, producen cambios en la población y generan nuevos modelos urbanos. En el caso del coronavirus en las ciudades el shock urbano ha sido tan fuerte que ha generado una ciudad sin ciudadanos, centros de convenciones sin reuniones, estadios de fútbol ausentes, universidades sin estudiantes, tribunales sin jueces, iglesias sin feligreses, tiendas sin compradores, centros comerciales sin visitantes, buses sin pasajeros, aeropuertos cerrados, construcciones paradas, fábricas cerradas, plazas abandonadas y calles vacías. Son ciudades fantasmales o no ciudades.

Cuando la afectación (coronavirus) golpeó el territorio latinoamericano generó una reacción generalizada (políticas homogéneas Oms) que actualmente están produciendo la conmoción en el sistema urbano (shock urbano). Como resultados tenemos, el aumento de la exclusión y las desigualdades sociales, el inequitativo acceso a servicios de salud, el deterioro de las condiciones de vida de la población, el aumento del trabajo informal, el incremento del contagio y el abandono total o parcial de ciertos territorios.

El caso de la ciudad de Lima es el más llamativo, porque se ha generado un movimiento migratorio urbano/rural donde los pobladores de la ciudad han decidido retornar a sus lugares de origen, en el campo, porque allí tienen mayor capacidad de consumo y mejores condiciones de sana distancia. Para hacerlo además deben llegar a un acuerdo con las autoridades, porque está restringida la libre movilidad entre ciudades. Existen 167,856 personas que están inscritos en el padrón regional solicitando su retorno humanitario a sus respectivas localidades. Se trata claramente de un fenómeno de des-urbanización.

Pero ya se discute el post-coronavirus que será paulatino, progresivo y gradual, en un contexto económico y social muy complejo. La Cepal calcula que la crisis económica de la región tendrá una caída de Producto Interno Bruto promedio para América Latina de alrededor del 5.3% para el año 2020, cifra nunca antes vista en la historia regional. Por si no fuera suficiente esta cifra, en términos sociales se piensa que habrá un incremento del 4,4% en la tasa de pobreza y además un incremento de la tasa de desempleo en un 3.4% para llegar a un 11.5%.

Para superar esta situación se requiere de consensos políticos, más sin embargo la crisis de representación, la polarización y el grado de legitimidad de nuestros gobernantes son factores adicionales que complican llegar a grandes consensos para salir de esta cruda realidad. Uno podría recurrir a la vieja tesis de que el enemigo común podría unir a las fuerzas políticas, pero desgraciadamente en este caso parece que no funcionará. Por eso, lo más probable será que veamos, en plazos relativamente cortos, nuevas protestas y levantamientos populares bajo la modalidad de las explosiones sociales que ya vivimos en Ecuador, Chile, Bolivia, Colombia, Nicaragua, República Dominicana y Venezuela, entre otros.

17 Gennaio 2020
di
CeSPI (articolo introduttivo)