COVID-19: Una renovada relación Unión Europea-América Latina y el Caribe para la cohesión social, contra la desigualdad y la discriminación

Paola Amadei
Direttore esecutivo Fundación Internacional Unión Europea–América Latina y el Caribe (Fundación EU-LAC)

La actual crisis sanitaria provocada por la propagación global del Covid-19 representa el mayor desafío que el mundo en su conjunto ha enfrentado de manera colectiva en el actual siglo y quizá desde el fin de la segunda guerra mundial, siendo otras crisis aún agudas de las décadas pasadas más circunscritas geográficamente. En los casos tanto de la Unión Europea como de América Latina y el Caribe este reto se presenta en un marco económico y social turbulento al cual la política no siempre ha podido encontrar soluciones satisfactorias provocando frustración y desencanto hacia las instituciones democráticas y especialmente los partidos tradicionales, desembocando en protestas y búsqueda de líderes que se han caracterizado por identificarse como anti status quo.

La pandemia ha puesto en evidencia las múltiples brechas existentes a nivel global y regional, a nivel de países y entre sus habitantes y no solo en lo que concierne la calidad y el acceso a los sistemas de salud sino también en el área de educación, de sistemas de información y comunicación, en la previsión social. Estas brechas que existen en tiempos ‘normales’ se han evidenciado y agudizado desde el inicio de la pandemia y se han podido paliar solo marginalmente con medidas gubernamentales y desde el sector privado y asociativo, así como con los mecanismos de la cooperación internacional. La pandemia igualmente está desencadenando una crisis económica global de proporciones desconocidas y que golpea todos los países, pero es especialmente dramática para aquellos países que no tienen amortiguadores sociales ya establecidos y que no han podido crearlos en la emergencia.

En su informe América Latina y el Caribe ante la pandemia del COVID-19: Efectos Económicos y Sociales, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) habla de una contracción en la economía de la región de ca. 2%, además de que el número de personas en pobreza extrema pasaría de los 65 a los 90 millones. Para el caso de la Unión Europea, el World Economic Outlook estima una contracción de la economía de dicha región de ca. 7.5% en 2020.

Ante estos escenarios, diversas entidades en ambas regiones han implementado acciones para atender y mitigar los efectos de la pandemia. Por ejemplo en Centroamérica el Sistema de la Integración Centroamericana (Sica) ha implementado un plan de contingencia regional cuyas vertientes se enfocan en la atención conjunta de la salud, en comercio y finanzas, seguridad, justicia y migración, que tienen como ejes transversales la comunicación estratégica y la gestión de la cooperación internacional. Por su parte, Mercosur implementó una serie de esfuerzos regionales en medidas sanitarias además del fomento al comercio y a la economía, a través de una libre circulación de productos. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) ha convocado redes de expertos en enfermedades emergentes para compartir experiencias, tratamientos, medicamentos y protocolos médicos. En el caso de la Unión Europea, el 23 de abril se adoptó en el Consejo Europeo un paquete de 540 billones de euros para apoyar a la economía, en particular a través de todo lo relacionado con los gastos médicos y también para apoyar a las empresas, sobre todo a las PyMEs, además de que se está trabajando para establecer un fondo de recuperación. Como parte del llamado, se hizo énfasis en los programas de cooperación y de apoyo con África y América Latina y el Caribe, además de la co-responsabilidad global de la Ue.

En estas circunstancias se ha manifestado que la cooperación internacional y el multilateralismo son pilares indispensables de la estrategia de respuesta económica y social. Iniciativas como la resolución impulsada por el gobierno de México en las Naciones Unidas para garantizar el acceso en condiciones de igualdad a medicamentos, vacunas y equipo médico frente a la pandemia, adoptada con el apoyo de 179 países, las misiones internacionales de médicos provenientes de Cuba, los múltiples vuelos para la repatriación organizados en forma conjunta entre los gobiernos de países Ue y de América Latina y Caribe y los programas de cooperación internacional que la Unión Europea ha desplegado en tiempos récord como respuesta son solo algunos ejemplos del compromiso de las dos regiones para dicha cooperación.

Desde la perspectiva de una entidad birregional como la Fundación EU-LAC, organización internacional que he tenido el honor de dirigir durante los últimos cuatro años, la crisis que estamos enfrentando demuestra no solo el interés sino la necesidad de reforzar el diálogo y la cooperación internacional y específicamente entre las dos regiones en la búsqueda de soluciones sostenibles y efectivas. Demuestra también la urgencia de enfocar el diálogo y la asociación birregional en las que son sus bases declaradas: la promoción de la democracia y del estado de Derecho, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales, además del desarrollo sostenible fundado en los pilares del crecimiento económico, de la cohesión social y de la protección del medio ambiente. Todavía previo a la pandemia, la Fundación organizó en Montevideo uno de sus tradicionales Foros de Reflexión EU-LAC para altos funcionarios y expertos de ambas regiones que se enfocó en la inclusión social en el marco de los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible. A este Foro se asociaron aparte de la Cancillería y la Agencia de Cooperación Internacional de Uruguay, organizaciones claves de las dos regiones a demostrar la convergencia de perspectivas: Comisión Europea, Cepal, Centro de Desarrollo de la Oecd, Segib y el programa EUROsociAL.

Los diálogos e intercambios relativos a las bases y objetivos perseguidos por ambas regiones cobran mayor relevancia debido a que la pandemia está poniendo de manifiesto a los dos lados del Atlántico que cada sociedad es solo tan fuerte como su miembro más débil, lo cual impone enfocar los máximos esfuerzos en luchar contra la desigualdad y promover sociedades donde las oportunidades son iguales de facto y no sólo teóricamente. Por el contrario, en años recientes después de un fuerte empuje hacia la lucha contra la pobreza y las desigualdades que se traduj en la mejora de los índices de desigualdad especialmente en América Latina y el Caribe (CEPAL, Panorama social de América Latina 2019), hemos presenciado un retroceso que ha afectado también a la Unión Europea (véase World Bank – Gini Index – European Union).

Paralelamente el diálogo birregional ha estado menos atento al tema de la cohesión social que había estado todavía en el centro de la Cumbre CELAC-UE de Santiago de Chile en 2013 y había constituido el objeto de los llamados Foros de Cohesión social promovidos por la Unión Europea en diálogo con América Latina y el Caribe y abandonados desde su última edición en 2012.

Lo que pone de manifiesto la crisis también es que la misma cohesión social no consiste sólo en equidad de ingreso, equidad en el acceso a sistemas de salud, de educación, de protección social, sino también en mecanismos de defensa de los derechos de los individuos y de las comunidades y lucha contra toda discriminación en la fruición de los mismos derechos y libertades. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que se aplican a todos los países, tienen verdaderamente que constituir la hoja de ruta de nuestros esfuerzos birregionales e internacionales.

Si la Unión Europea y América Latina y el Caribe se comprometen en este camino tienen la capacidad de influenciar y motivar los demás miembros de la comunidad internacional en este camino virtuoso, representando un tercio de los miembros de las Naciones Unidas y casi la mitad de los del Grupo de los 20. Ya en el pasado sus esfuerzos conjuntos han favorecido la consecución de acuerdos multilaterales en foros globales como la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la Agenda de Acción de Adís Abeba, el Tratado sobre el Comercio de Armas y el Acuerdo de París, para mencionar sólo algunos.

La situación actual con todas sus dificultades y hasta situaciones dramáticas puede ser una oportunidad para revalorizar los intereses y valores que subyacen a la relación actual y empujar además hacia un diálogo sobre temas de interés recíproco y puesta en común de experiencias en la respuesta a la pandemia en el ámbito de la ciencia e innovación, la educación, los sistemas de protección social, los incentivos económicos, las medidas de garantías para los derechos humanos y las libertades fundamentales. En esta tarea las dos regiones pueden contar tanto con instancias de diálogo ya establecidas como los espacios a nivel de altos funcionarios EU-CELAC o la Iniciativa Conjunta sobre Investigación e Innovación (JIRI por su sigla en inglés) así como con múltiples instituciones y organizaciones como la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana, las organizaciones del sistema iberoamericano y la misma Fundación EU-LAC así como redes de organizaciones de sociedad civil y del mundo académico y de la investigación.

Desde la Cumbre de Rio de 1999 la Ue y América Latina y el Caribe han establecido una asociación estratégica de la cual es importante reconocer ahora toda la importancia. Si bien las Cumbres periódicas de Jefes de Estado y de Gobierno (o sus dificultades para convocarse en los últimos años) han sido su elemento más visible, esta asociación se ha alimentado y se sigue alimentando de una multiplicidad de contactos, de intercambios, de iniciativas que constituyen su núcleo y que es necesario alentar, fortalecer y visibilizar, una tarea que también  la Fundación EU-LAC ha desarrollado como parte de su mandato, además de los mismos países que hacen parte de la asociación y sus instituciones. Un documento clave es el Plan de Acción UE- CELAC adoptado en 2015 y sucesivamente revisitado que contiene propuestas concretas de instrumentos y actividades en diversas áreas como ciencia y tecnología, desarrollo sostenible, cambio climático, cohesión social, migración.

Desde la Fundación EU- LAC promocionamos a inicios de 2019 con la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales de América Latina y el Caribe (Crieslac) la elaboración y publicación del estudio ¿Por qué la Unión Europea debería ser de relevancia para América Latina y el Caribe? en el que se daba visibilidad a la agenda social como eje fundamental de la cooperación birregional para la implementación de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Dicho estudio complementa el que realizó el Real Instituto Elcano sobre la importancia de América Latina para la Ue, y otro realizado por un equipo de la University of the West Indies e igualmente apoyado por la Fundación.

Es alentador que en mayo de 2019 el Consejo de la Unión Europea haya vuelto a adoptar unas Conclusiones sobre las relaciones de la Ue con América Latina y el Caribe, a raíz de la Comunicación Conjunta de la Comisión Europea y de la Alta representante de la Unión para Asuntos Exteriores titulada  La Unión Europea, América Latina y el Caribe: Aunar fuerzas para un futuro común, y que iniciativas similares hayan sido tomadas por el Parlamento Europeo (Resolución del Parlamento Europeo sobre las relaciones de la Unión con América Latina y el Caribe) y el Comité Económico y Social (Declaración Final del Comité Económico y Social Europeo del Noveno Encuentro) mostrando una comunidad de interés desde la Unión Europea hacia América Latina y el Caribe, renovando la estrategia que se había establecido diez años antes.

Por otra parte, se ha asistido a la dinamización de los acuerdos entre la Unión Europea y países o subregiones del otro lado del Atlántico, cuyo contenido va mucho más allá de los aspectos puramente comerciales. Es el caso del anunciado y renovado Acuerdo Global con México, del Acuerdo con Mercosur así como el Acuerdo de Asociación Ue-Chile también en curso de renovación.

En conclusión, los desafíos que enfrentan nuestras sociedades y que han sido agudizados por la pandemia, imponen volver a enfocar el diálogo en temas y valores fundamentales y en particular la lucha contra la desigualdad y la discriminación y en favor de la cohesión social, para que la crisis sea la ocasión para una nueva página de la ya rica asociación entre la Unión Europea, y América Latina y el Caribe.  

17 January 2020
di
CeSPI (articolo introduttivo)